Amanecer en Isla Friendship.
Un ruido se elevó
desde el suelo, fuerte estruendo como una ciudad subterránea que despertaba.
Como si Santiago mismo se reprodujera bajo la isla. Ruidos mecanizados de
poleas y palancas, de elementos inexistentes en la naturaleza, la mano del
hombre. Como una niña que se maquilla a duras penas e intenta caminar con tacos
que le quedan grandes jugando a ser mujer, así es el hombre, juega a ser Dios.
La chispa divina no es, sino, la creatividad. La gran revelación es esa, que
Dios no es antropomórfico. “…Creados a su imagen y semejanza.” La creatividad
es el aliento divino en cada circunvalación cerebral del ser humano. Y ahí,
escondida entre neuronas e impulsos eléctricos surge como el Cristo resucitado.
Como pensamientos brillantes de origen cósmico.
De los seis agentes ninguno durmió ni habló hasta que el
sol, esos fotones distantes, cruzaron lentos por el vértice de los edificios de
concreto negro.
Entre las terrazas divisaron a las primeras personas. Todos
altos, rubios y blancos como papel. Gringos. Hablan en inglés.
-Good
morning Smith.-Dice uno de ellos.
-Eschmann, just the man I wanted to see.-Le responde otro
desde abajo del edificio. Lleva unas gafas Ray-Ban y una bata de laboratorio
con manchas por doquier.- You
see… I’ve been working on the balance of the machine. I am just about to reach
the right calibration.
-¿Que chucha hablan estos gringos locos?- Dijo Húsar,
mirando a SATURNO.
-Algo sobre una máquina y calibrar algo…
-¿Máquina?- Lautaro pensó entonces en los ruidos bajo la
tierra, que cada vez se escuchaban más fuertes y, sin embargo, comenzaban a
mezclarse con el ambiente. No parecían
externos de ningún modo.
- I was
worried about making mistakes when I started my work in the process of the
glass core. As you should know it’s contain is a mix of Chilean cooper and a
few explosive substances. The electricity drives across the many cables of the
mechanism. The smallest mistake would ruin everything and we’re running out of
time. -Dijo el que respondía por el nombre de Eschmann. Su acento hacía pensar
que era de origen británico, tal vez.
-Por la chucha, no entiendo nada de lo que dicen con este
ruido de fondo.- Dijo SATURNO.
-Quedándonos aquí no resolveremos nada.-Dijo Lacertae.-
SATURNO, somos agentes del Estado de Chile, por la chucha. Somos autoridad en
el territorio nacional, salgamos y agarremos a estos gringos a patadas en la
raja.
-Buena huevón. ¿Has pensado cuantos son o cómo están armados
los huevones? Obvio, salimos, sin refuerzos ni conexión con la central. De paso
nos fusilan en la entrada.- Contestó Lautaro. La calma que mantenía en
situaciones adversas era envidiable. Lautaro era un estratega, tal como aquél
que se enfrentó a los españoles durante la conquista.
-Lautaro tiene razón. Pero quedarnos acá sentados esperando
a que nos detecten es básicamente lo mismo.- Dijo SATURNO.- Saldremos y
hablaremos con esos dos que están más cerca. Déjenmelo a mí, creo que soy el
único que habla inglés acá ¿no?
Los agentes salieron de su escondite y se acercaron a los
científicos norteamericanos que se encontraban conversando pocos metros más
adelante. Cuando estos los vieron su expresión se ensombreció, pero SATURNO se
apresuró en decir.
-Good
morning mister. I’m the agent SATURN. I was sent by the government,
here’s my ID. - Les mostró la identificación que lo acreditaba como un agente del
gobierno.
- Well…-
Dijo Eschmann. - Agent Saturn, was it? We haven’t been informed of any
government inspection lately.
-Oh, don’t
you worry; we’re here sent by the president Aylwin himself. I would show you an
official document, but I’m pretty sure that my ID would be enough to confirm
ourselves as agents on a official visit.
-I’m not
complaining about it, mister. But, if I know the current legal process for this
kind of inspections, you need, at least, an order made by a judge for coming
here and pass by.- Eschmann sabía en efecto cómo funcionaba la ley en
Chile. Contraproducente.
-No entiendo nada de lo que dicen estos gringos culeados.-
Le susurró Lacertae a Húsar, pero este lo mandó a callar.
Era obvio que intentaban esconder algo y sin embargo SATURNO
insistió todavía más en su intención de pasar e inspeccionar la villa.
-Don’t make
my work harder, mister Eschmann. As a man of science, I’m sure that you’re
smart enough to know that I’m not going back to Santiago without what I want. -
Le dijo SATURNO acentuando la última
parte, el resto de agentes no se enteraban del contenido de la conversación,
pero conocían a SATURNO y sabían que se comenzaba a enojar.
-If that is
your will, agent. I would be delighted to walk you into our humble scientific
community. You can talk to our leader. If you and your partners don’t mind to
follow me.
- That sounds better to me. – Dijo SATURNO. - ASNA, el señor
Eschmann accedió a llevarnos hasta el líder de la comunidad, que a todo esto
habla español.
- ¡Por fin!- Dijo Húsar.
- Sean amables y no hagan mucho contacto visual con quienes
encontremos en el camino.- Dijo Lautaro con una expresión de seriedad que había
mantenido desde que escuchó el ruido bajo la tierra. Lautaro era mapuche y la
tierra, para ellos, es sagrada. Sin embargo no pondría en peligro el éxito de
la misión por anteponer sus pensamientos. Era un hombre muy centrado en ese
sentido.
Eschmann los llevó dentro del sector en que vivían los
científicos, de camino le explicó a SATURNO la forma en que vivían, la
población de Isla Friendship no superaba los veinticinco habitantes. Todos
científicos. Así mismo, le explicó que su trabajo no era otro si no analizar
los ruidos submarinos que constantemente se oían por el sector.
No obstante aquello, a SATURNO no le convencía que
estuviesen ahí sólo para eso, tan en secreto y de forma hermética. Algo olía
raro dentro de esta apacible comunidad.
El lider se encontraba en un edificio casi en el centro de
la isla, según indicó Eschmann al llegar. Por dentro parecía una oficina
cualquiera. Tenía un cubículo y algunos diarios murales. En una pizarra había
escritas ecuaciones complejas y un hombre de lentes leía, como abstraído del
entorno, un gigantesco libro que sin embargo nunca vieron sobre qué era.
Una puerta negra al final del vestíbulo fue señalada como la
oficina del líder, Eschmann dijo que se llamaba Jack Hill. Sin embargo se
excusó de acompañar a los agentes diciendo que tenía trabajo que hacer y que
iba tarde.
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