Hace un mes el presidente Patricio Aylwin creó, con apoyo
del congreso, una institución nueva entre las fuerzas al servicio del Estado. ASNA,
la Agencia Secreta Nacional Antiterrorista. Tras el plebiscito se entendió que
habría que evitar a toda costa un nuevo golpe de Estado y para aquella misión
era necesario contar con una rama de las fuerzas armadas análoga, subsidiada
por el gobierno demócrata y no por el Estado, cuya lealtad estuviese siempre
con aquellos que generaron su creación.
Hace un mes esta agencia opera desde su base en Santiago,
oculta a plena vista…
Desde el principio se propuso un número de nueve agentes,
todos llamados cómo planetas. MERCURIO, VENUS, TIERRA, MARTE, JÚPITER, SATURNO,
URANO, NEPTUNO y PLUTÓN.
Cada uno de ellos tendría a otros cinco agentes a su cargo y
actuarían como células independientes, dando así un total de cincuentaicuatro
personas.
Un agente de ASNA era infalible. Habiendo estudiado artes
marciales y militares. Conocedor, en nivel avanzado, de distintas ciencias y
dueño de una cultura envidiable. Cada uno de ellos destacaba más en un cierto
campo, por supuesto. Chilenos ejemplares, el orgullo de la concertación.
ASNA comenzó sus operaciones desde las calles más sucias del
país. De un Chile que había pasado largos años a la sombra de un gobierno
totalitario. Los agentes investigaban en mayor medida los archivos que los
militares dejaron tras su salida del poder. En su mayoría eran informes
tributarios, seguimientos a personas en concreto que en un principio pudieron
haber amenazado la estabilidad del gobierno del General Pinochet y algunos
archivos dedicados a casos aislados de índole paranormal.
Todos los cuales eran seguidos por una célula de ASNA, la
única entidad completamente confiable para el nuevo gobierno. Había existido
una ruptura profunda entre el pueblo y las fuerzas armadas después del golpe. Desde
el principio Chile nunca tuvo un ejército profesional. Todos eran pueblerinos,
criollos con aires libertarios y repudio por la corona y la vejación que esta
hacía de ellos. El pueblo libre de Chile nació de la mano con el ejército.
Mellizos que salieron a patadas del vientre de su madre. Pero, ahora, el pueblo
temía a su hermano.
ASNA era el clon de este. Uno depurado de aquello que no era
necesario. Llegaría el día en que saldrían a la luz como los verdaderos
defensores del pueblo de Chile, llegó a decir el presidente.
Desde el principio, sus investigaciones llevaron a los
agentes a lugares que nunca imaginaron.
El primero de estos lugares fue la Isla Friendship. Una isla
pequeña situada al sur de Chiloé.
Ni siquiera el Estado de Chile había podido (o intentado)
llegar antes a este recóndito punto en el mapa. Un grupo de científicos
norteamericanos se habían erradicado en
el lugar, contrario a la creencia popular de que se trataría en primer lugar de
extraterrestres.
La célula al mando de SATURNO, conformada por los agentes
Polar, Norte, Lautaro, Húsar y Lacertae, montó en un avión de guerra que la
FACH había dado de baja y que, de forma extraoficial, terminó siendo para ASNA.
El avión demoró poco menos de cuatro horas en realizar su
recorrido, sin embargo llegó de noche. Los agentes, en conocimiento de que su
llegada no era grata para los dueños de la isla, descendieron a esta en
paracaídas, cobijados por la oscuridad y los árboles que se extendían en los
costados de la isla.
Los cableados se extendían como serpientes por todos lados. Algunos
más gruesos, posiblemente de fibra óptica, surgían desde debajo de los árboles
como cordones umbilicales que se perdían entre las sombras.
La isla Estaba bien oculta, además, sus habitantes se
habrían encargado de entregar siempre coordenadas equívocas a quienes
contactaban con ellos. Por lo que quienes lograban dar con la isla la asumían
como una más entre tantas, sin habitantes siquiera. Las historias sobre Ovnis,
ángeles curanderos o adoradores del diablo eran irrelevantes. SATURNO quería
llegar al núcleo mismo del lugar.
Más hacia el centro de la isla se veían las primeras
construcciones, edificios de color negro que se encontraban dispuestos siempre
bajos con respecto a la copa de los árboles. Así, cuando un avión sobrevolara
la isla, sería más improbable que notaran los edificios.
Polar notó entonces una sustancia negra y pegajosa, parecida
al petróleo, que se encontraba a sus pies. Pero entonces notó que en realidad
era la suela misma de su bota que comenzaba a derretirse. Todos los agentes se
encontraban en la misma situación ¿cómo era esto posible? La temperatura
ambiente era sencillamente gélida.
Entonces Norte se agachó y con la punta de sus dedos removió
un poco de tierra. Bajo esta encontró de inmediato una capa platinada que
estaba hirviendo y le quemó las yemas.
Los habían detectado y, al parecer, se trataba de un sistema
de seguridad.
Sin embargo algo no calzaba, la isla se notaba en aparente
calma, nadie había salido a su encuentro para enfrentárseles. Si estaban
consientes de su presencia debían saber que sólo se trataba de seis personas
¿Estaban probándolos antes de atacarlos?
SATURNO replegó entonces a sus compañeros, volvieron a
esconderse entre los árboles, a la espera de que alguna persona saliera de
aquellos edificios oscuros. Si ya habían sido detectados no soportarían por
mucho tiempo su estadía en la isla, pensó.
Sin embargo, fueron varias horas esperando sin respuesta.
-¿Qué cresta le pasa a esta gente?-
Dijo Norte.
-No lo entiendo. Es claro que notaron que estábamos acá, si nos
consideran invasores, hace rato tuvieron que haber salido a buscarnos.- Contestó
SATURNO.
-¿Y si no fue así?- Intervino Lautaro.- Quiero decir, ¿si esa
plancha metálica caliente en realidad cumplía otra función?
-¿Qué otra función va a cumplir? ¿Abrigarle las patitas a estos
culiados? – Le contestó Polar.
-Precisamente.- Dijo Lautaro.- Piénsalo, hace demasiado frío,
quizás sea un sistema de calefacción subterráneo que aplica calor a estas placas.
Quizás no sean sólo las placas y también se calienten los edificios completos.
Aunque sonara descabellado, algo de razón podría tener Lautaro.
Eso explicaría, en principio, que nadie hubiese hecho sonar una alarma o todavía
nadie saliera de los edificios.
-¿Calderas?- Preguntó SATURNO.
-Tal vez. Es sólo una suposición en todo caso.- Sin embargo,
Lautaro se equivocaba poco. Era lo más terrible sobre ese agente, la mano derecha
de SATURNO y, quizás, el mejor de su grupo.- Como sea, ha pasado harto tiempo ya.
Tal vez podríamos intentar avanzar de nuevo antes de que comience a amanecer.
-No, avanzaremos al amanecer.- Dijo SATURNO.- llegaremos de lleno
y nos encontraremos cara a cara con los Friendship. Si no tienen nada que ocultar,
recibirán a unos representantes del Estado de Chile. Y si se resisten…
-Por la razón o la fuerza.- Sentenció Polar, con una sonrisa
torcida en su cara.
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