NAHUAL es una novela de ciencia-ficción creada por Fabrizzio Spada Fuentes.
Inspirada en el conflicto mapuche y con mucho respeto por dicho pueblo.
ASNA, la Agencia Secreta Nacional Antiterrorista lleva años en una guerra secreta con la célula paramilitar araucana NAHUAL.
Tras el escape del lider de NAHUAL, Lautaro, la guerra toma una nueva dirección.
El 2014 será el año que definirá la historia de Chile.

NOS HAN MENTIDO.
NO ESTAMOS SOLOS.

jueves, 10 de abril de 2014

CAPÍTULO V: RAYÉN




-¿Tío Lautaro?- Rayén había encontrado a Lautaro de pie al borde del camino. Sus pies se ocultaban entre la hierba y estaba tan quieto que parecía otro árbol, eterno entre los demás observando el pasar de los siglos, creciendo y alimentándose de la tierra.
-¿Te detienes a ver el alba cada mañana, Rayén?- Preguntó Lautaro sin despegar la vista del horizonte.- Es un espectáculo hermoso, hija. Ver el nacimiento de un nuevo día. La perfecta danza cosmológica, la exactitud de las órbitas dando vida a un amanecer. Todo en armonía.- Se detuvo. Rayén no entendería la belleza de algo así, pensó, no sin pasar doce años en la oscuridad.
-La verdad, no suelo hacerlo, tío…- La joven se sintió un poco mal por no poder compartir eso que a su tío parecía encantarle tanto
-Descuida, niña. Este viejo se pone nostálgico de volver a su hogar.- Lautaro le dedicó una sonrisa, y como queriendo recibir una de vuelta agregó.- Además, tú eres más hermosa que el amanecer mismo.
La niña soltó una risita. Rayén, diecisiete años, los ojos como dos esferas oscuras flotando en el infinito a través de las ventanas con forma de almendra que sus párpados dibujaban. Su cuerpo ya asemejaba más al de una mujer que al de una niña. Tal como su nombre lo decía, una flor, en el corazón de la araucanía. Lautaro no pudo evitar ver a su hermano, Caupolicán, en sus ojos.

Caupolicán fue el segundo al mando dentro de la NAHUAL y el padre de Rayén.
Un esbelto y moreno hombre a caballo, fusil al hombro, ejemplo del idealismo y espíritu revolucionario. Un guerrillero. Pero estos no son tiempos de héroes románticos cruzando con el sonido del galope los campos. Caupolicán pudo ser el segundo Manuel Rodríguez, pero los libros de historia no lo tratarían como un héroe libertario que buscaba el bien. ¿Acaso se puede ser un héroe en estos tiempos? ¿Se puede luchar por un ideal en una sociedad donde el status quo lo es todo? Caupolicán se volvió entonces un mártir. Un tonto idealista que galopó directo al suicidio, un personaje de la tragicomedia.
Rayén entonces fue escondida, alejada de la guerra que pelearon sus padres y tíos. Lautaro se sentía culpable de muchas cosas, pero sobre todo se sentía culpable de haberle quitado el amor de sus padres y de haberlo reemplazado por un profundo resentimiento.
La ASNA destruyó muchas cosas, pero también destruyó a muchas personas.
-Tío, las mamitas machi me han enseñado durante estos años. Tengo poder ahora, como mi madre lo tuvo.- Rayén, la niña de los ojos como dos galaxias inocentes y quebradas. Lacrimosas. Universos Infinitos con sed de venganza y poder ancestral recorriendo el tejido venoso bajo su piel.
-Hija, aunque tuvieses el poder de tu madre, no te dejaría ir al frente. No, a ti no te harán nada esos perros de ASNA.- Lautaro podía perder la guerra, pero no a Rayén, no. Vengaría a su hermano él mismo y con eso, esperaba, que Rayén quedase satisfecha también.
-¡Pero tío Lautaro!
-No, Rayén. Sé cómo te sientes, lo sé. Tu padre… Mi hermano. Fue un hombre que dio su vida en razón de un mundo mejor. Para que tu no vivieras los horrores que nosotros vivimos. Hija, no es tu lugar morir en una guerra. Tú vivirás en el mundo por el que tu padre se sacrificó y en su memoria. En su nombre. Yo no dejaré que nadie te quite ese derecho.
La niña había soñado tanto, tanto con este momento. Cómo acabaría con cada agente de ASNA junto a su tío. Se sentía estafada. Sabía que Lautaro sólo quería protegerla, pero la rabia afloraba por sus cuencas, dos diamantes que se derretían recorriendo sus mejillas. ¿cómo no podía entenderla?
Lautaro lo entendía. Pero al mirarla veía a su hermano, si podía salvarla a ella estaría en paz con su espíritu. Cada árbol a su alrededor contenía la esencia de Caupolicán, su risa en las ramas que el viendo hacía sonar. En las hojas que morían y en aquellas que comenzaban a brotar. Caupolicán, guerrero idealista, tonto suicida, hermano, padre, el héroe que Lautaro nunca pudo ser. Porque él es el verdadero héroe de esta historia. Lautaro sólo escribiría el capítulo final. Un final pésimo, un protagonista muerto y una célula paramilitar sudaca que se descompuso y sólo es un cadáver sanguinolento esperando el golpe de gracia.
Pero.
Hay.
Una esperanza.
En dos galaxias que son ojos. En una niña que arde como estrella en lo profundo del universo. El deseo de justicia ¡Oh justicia, que nombre te han dado! Tan inalcanzable. Los hombres dan a los conceptos que deberían tener más cerca del corazón connotaciones inalcanzables ¿Somos capaces realmente de sentir amor en toda la magnitud del término? ¿Existe una justicia realmente equitativa? ¿Es el odio tan profundo que nos llegamos a consumir en él?
Lautaro le tenía un lugar reservado a Rayén en esta guerra, pero no era aquí ni ahora.

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