SATURNO se había dormido a la altura de Llanquihue.
Sirio conducía, el parecía no tener sueño, y aún quedaba un
largo camino hasta Temuco.
La ruta era posesión de los buses y los camiones a esas
alturas de la noche, monstruosidades petroleras que rugían polución cortando el
viento a su paso.
A esa hora tampoco alguien se molestaba en recoger las tripas prensadas de los
desdichados perros que intentaban cruzar la carretera.
También se había nublado, tentación de lluvia en los cielos,
pero una nueva constelación de insectos se iba formando en el parabrisas,
creando formas y figuras, plasmada como un rorschach moribundo ¿sería un
presagio?
Una vez más los agentes no superaban la barrera de los cien
kilómetros por hora para no llamar la atención y así poder esquivar los
controles policiales.
Nadie abordo conversaba.
Valdivia no se había comenzado a despertar cuando la
cruzaron de extremo a extremo. Más bien, ni siquiera se había dormido, es una
ciudad que sustenta sus días en las noches, un corazón bohemio de niñas asesinadas
y locos repartiendo sida con agujas en las fiestas. Gente deambulando como
fantasmas extraídos del terremoto de 1960, penando sin saberlo, poseídos y
bordeando el río que les quitó su vida pasada.
Los chamanes creían que las drogas los conectaban a
entidades superiores. Ahora Valdivia está llena de chamanes amateur conectados
con almas de niños que aún no saben que el agua se los tragó. Estos espasmos
cuasi-mágicos los consiguen fumando hortensias y marihuana revuelta con hierba
mate y orégano, acceso flaite con pasaporte falso a una dimensión superior.
Falta grave.
Para el amanecer los agentes llegaron a Temuco. Aquí la
magia sí es fuerte y se vive en cada rincón. Se respira internándose en los
campos y se puede palpar en las pozas de agua congeladas durante el invierno.
Las machis llenaron con su amor el territorio, sus brazos abrigadores cobijan
la región de la Araucanía.
SATURNO, que había despertado antes de llegar a Padre las
Casas, se sintió avergonzado frente a sus compañeros, ¿qué clase de agente se
queda dormido en una situación así? Los pendejos le perderían todo el respeto,
eso seguro.
Entrando a Temuco, Saturno habría jurado que vio una mujer
de edad, vestimenta mapuche, que los observaba de una forma similar a la que se
mira a un cordero antes de degollarlo, una mezcla de compasión y deseo infantil
de llegar hasta el final; Esa curiosidad asesina propia de los niños.
Acto seguido, la mujer elevó un cántico larguísimo y de una
belleza que conmovió a SATURNO hasta las lágrimas. La mujer cantaba con mezcla
de tristeza y alegría. Le cantaba a la noche y al nuevo día, le cantaba a las
aves para que hicieran su coro, a las plantas para que crecieran y a los
hombres para que cultivaran. La mujer cantó un mundo distinto del que
conocemos, un mundo ancestral, que se remonta antes de la llegada de los
europeos.
Las miradas de SATURNO y la mujer se cruzaron por una
fracción de segundo y sin embargo, él sintió que doce vidas pasaron por sus
hombros antes de que la inercia la sacara de su campo visual.
-¿Alguien más vio a esa mujer.-Dijo atónito, esperando que
los demás estuviesen igual de impactados que él.
Sin respuesta.
-¡Oigan, huevones!- Los nervios comenzaban a expandirse, un
agente con décadas de experiencia tratando en el área más escabrosa y oscura de
ASNA y sin embargo se encontraba desestabilizado.
Entonces SATURNO mira a SIRIO a través del espejo retrovisor
del que colgaba un rosario y una imagen de la virgen tipo neón. SIRIO estaba
ahí, conducía, pero algo faltaba.
Sin cara.
SATURNO fue presa del terror, miró a MARTE, sus facciones
estaban deformadas y le suplicaba que lo matara mientras la piel le corría como
jabón desde la cara. SATURNO grita.
Despierta.
Un sueño. Pero le cuesta convencerse de ello. Más cuando sus
compañeros están en silencio con la misma cara de estupefacción que él.
-Alguien por favor explíqueme esta chuchada.- Dijo CORVUS,
sudaba y sus ojos parecían desorbitados.
-Vi una mujer… Una mapuche, sus pupilas eran dos cráteres en
el universo, huevón ¿en qué me metí? – Con SIRIO no se puede conversar, está en
Shock. De alguna forma, MARTE logra sacarlo del asiento del piloto para
posicionarse él mismo.
-Miren, todos sabemos a qué vinimos y con qué nos
enfrentamos. No se dejen intimidar, cosas mucho peores pueden estar más adelante
y la patria los necesita íntegros. ¡Compórtense!- les gritó SATURNO, aunque en
el fondo se encontraba tan asustado como ellos, pero eso hace un líder, se
mantiene firme como un imbécil cuando en el fondo siente el mismo terror que
todos.
En el corazón de Temuco está el cerro Nielol, ahí también
está Lautaro y lo que queda de NAHUAL.
ASNA estaba jugando de visita, era la tierra de Lautaro y el
la conocía como nadie. Sin embargo, en
Santiago se gestaba la que bien podía convertirse en la carta ganadora de ASNA,
justo en ese momento. Más bien, desde siempre…
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